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El hombre moderno, gracias a su capacidad para manipular y gestionar la realidad, ha creado el mito de control sobre las cosas, situaciones, personas, entorno, etc. Muchos pacientes llegan a consulta cuando esa ilusión se derrumba ante cualquier evento o tragedia inesperada que hace que no confirme esa ilusión de control, trayendo dificultades en la organización, tanto externa como mental, y acompañado, la mayoría de las veces, de sintomatología de corte ansiosa, depresiva, fóbica o ataques de pánico. El intento por controlar una situación con diferentes niveles de impacto o gravedad (un sonrojo público, miedo a contraer una enfermedad, temor frente al abandono de la pareja, algún tipo de fracaso académico o laboral, etc.) conduce a una mayor pérdida de control ya que surgen del miedo. Es una dinámica paradójica.


Solemos tener una imagen mental de cómo deben ser las cosas creando expectativas que, cuando no se ajustan a la realidad, experimentamos frustración, rabia, temor. Se hace necesario entonces, valorar con atención si el control es posible o resulta contraproducente. ¿Cómo se puede abordar una situación que escapa de nuestro control? La humildad útil y sana nos lleva a reconocer nuestras limitaciones para aprender a superarlas. La aceptación de lo que fue (o está siendo) se presenta como una vía de resolución (junto con otras estrategias particulares asociadas a cada cuadro diagnóstico cuyos síntomas surgen como elección para la resolución temporal pero ineficiente o no funcional del conflicto) que lleva a fluir con los acontecimientos sin juzgarlos, libre de expectativas y, por tanto, libre de miedo.


Esto no implica que la persona no tenga aspiraciones, deseos o ideas a concretar y que no se trabaje por ello, sino de la aceptación y reconocimiento real de que existen aspectos que no están bajo nuestro control, ya que perseverar en ellos podría agravar el padecimiento con el riesgo de desarrollar cuadros psicopatológicos como hipocondría, paranoia, anorexia, bulimia, fobias, obsesiones, compulsiones, adicciones, inseguridad y/o depresión.


El acompañamiento psicoterapéutico se hace entonces necesario a fin de atravesar el proceso de transformación por medio del cual se lidia con el mito o la ilusión de control, que la sociedad moderna muestra como deseable pero irreal. Mediante el trabajo con la rigidez de los paradigmas, se van reestructurando percepciones, pensamientos y acciones que llevan a la adopción de nuevas perspectivas y planes de acción que permiten anular el efecto de las resoluciones no sanas y que producen sufrimiento al paciente.

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