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Neuroanatomía funcional básica para directivos y ¨entrepreneurs ¨


Estás en la cancha, tus pies plantados al piso, respiras pausado, esperas la acción del oponente, la mirada atenta y ¡zas!… viene el saque… calculas la trayectoria en milésimas de segundos, te pones en movimiento rumbo a ella, accionas tus músculos, la sientes, su inercia, gravedad, presión e impacto, lo logras!, la tienes… ahora es tu turno de actuar.


¡Así! en escasos segundos, 85 mil millones de neuronas, con trillones de conexiones sinápticas, que están allí dentro de tu cabeza, funcionando coordinadamente te permiten actuar a voluntad. Ellas están vivas y cambiando en tiempo real a través del mecanismo neurobiológico conocido como neuroplasticidad, que soporta la función evolutiva más importante “el aprendizaje”.


Llegas a la oficina, ¡horrible el café!, saludos y sonrisas, tratas de recordar el nombre del ¨nuevo¨, ves el rostro, no viene a la memoria el nombre, cambias el foco, allí están los socios en la junta, llegas te sientas, los sarcasmos de rutina, inicia el juego, “hagamos un braistorming” pasan los minutos en vano, ideas van al cesto de la papelera más que en un antiguo partido de NBA de Chicago Bulls vs Los Ángeles Lakers y así, “sin pensarlo”, has tenido esa idea de negocios genial, digamos que súbitamente en un momento de iluminación divina o a través del sincretismo positivo propositivo que describí en mi artículo anterior de Catalejo Virtual, allí está en tu mente esa LA IDEA.


Sin más, pleno de emoción, con toda razón, te lanzas a planificar, creas escenarios, calculas, imaginas, comunicas a tus socios, les transmites tu emoción, diste en el blanco. Recuerdas y vas a saludar a Erick, el nuevo, por su nombre.


Veamos cómo es la infraestructura interna que soporta toda esta inteligencia e iluminación divina, el datacenter dentro de tu cráneo. Pon un dedo en la hendidura que une tu nariz y frente, entre tus cejas, allí está “el nasión”, traza una línea imaginaria en la mitad de tu cráneo hasta llegar a la protuberancia atrás de tu cabeza, llegaste “al inión”, supongamos pasas una hoja de papel del nasión al inión, ella quedaría entre los dos hemisferios cerebrales y sobre un puente que es un cableado de fibras nerviosas que los une, “el cuerpo calloso”.


Ahora coloca un dedo sobre tu oreja izquierda y con la otra mano sobre la oreja derecha, traza una línea imaginaria hasta llegar a la parte superior de tu cráneo, has llegado al vertex y aproximadamente has dividido el cerebro en lóbulo frontal y sus partes posteriores (parietal y occipital) y tras las orejas quedaron los temporales.


Si pasamos otra hoja de oreja a oreja entonces tendremos 4 cuadrantes a saber: frontal izquierdo, derecho, parietal-occipital derecho e izquierdo, y bueno los temporales en ambos lados.


Si avanzas de la hoja que divide la parte frontal de la posterior, pasas sobre todo el lóbulo frontal, incluyendo las áreas sensorio-motrices, de control y planificación, motora, llegando a la prefrontal sobre tus ojos. Allí están distribuidas funciones cruciales para la dirección empresarial: planificación – acción, atención – concentración, impulso y juicio, motivación y decisiones. Hacia atrás, pasando por parietales, occipitales y occipito temporales: razonamiento abstracto cuantitativo, verbal, inteligencia general y procesamiento visual.


Es la citoarquitectura que soporta las redes neuronales dinámicas, que sirven de correlato neurofisiológico a los procesos neuropsicológicos descritos arriba y que se activa tanto en el deporte como en la junta directiva.


La misma red neuronal que sirve para calcular distancia, velocidad y punto de llegada de la pelota, la usas para planificar junto con otras, el plan de negocio. Aquella que usas para atender previo al saque, es la que usas para atender a las ideas de otros en la reunión. En fin las áreas de planificación motriz, también sirven a la planificación cognitiva. La comunicación interhemisférica de grupos neuronales a través del cuerpo calloso que sirve para coordinar tu respuesta en el deporte la usas también para coordinar tus ideas en la oficina, etcétera.


Y ¡si!, hacer deporte te hace un mejor directivo, entonces tienes el justificativo para tantos juguetes de la tienda deportiva, los lentes Oakley y el GYM. Para llegar tarde, no saludar por el nombre, ¡no!, para eso no hay excusa, los deportistas planificados madrugan y los buenos directivos conocen a las personas. ¿Quieres ser mejor directivo?, haz deporte a diario, conoce a tu gente y por favor: ¡compra buen café!.


Autor: Psic César Ricardo Colina MBA





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